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¿Vuelta al Cole?

¿Vuelta al Cole?

¿Vuelta al cole?

Con los primeros días de septiembre arranca el nuevo curso escolar. Desde los más pequeños hasta los universitarios vuelven a las aulas. O mejor dicho, por primera vez, vuelven los que pueden permitírselo. La “vuelta al cole” más difícil de los últimos años, más condicionada por los recursos económicos.

Hace ya más de tres décadas que España comenzó a construir un sistema educativo basado en la igualdad de oportunidades. El acceso a la educación y la formación como la base para alcanzar la igualdad real de la ciudadanía, en función del talento y las capacidades, como garantía de libertad. Si entonces el talento y la formación era ya un valor añadido, hoy, en un mundo globalizado y ante la crisis que vivimos, lo es aún más. El desarrollo de nuestro sistema educativo puede tener margen para la mejora pero la evolución del mismo, los resultados alcanzados y el número de licenciados y diplomados en nuestro país, especialmente entre las mujeres, son muestra de que hemos avanzado mucho.

La crisis económica que golpea a millones de familias ha dificultado el acceso a la educación a muchas personas, situación gravemente endurecida por las medidas de recorte impuestas desde el gobierno de Rajoy y de Valcárcel en la región. Todas las medidas de recorte, las dificultades para acceder a las ayudas para comedores escolares, de transporte escolar y para la compra de libros de texto, el recorte de número de maestros y profesores en los colegios e institutos y el aumento del número de alumnos por aula, problema acrecentado por no cubrir con sustituciones las bajas durante los quince primeros días, están siendo definitivas para el sistema público educativo.

La derecha está aprovechando la crisis para imponer su modelo educativo y socavar la igualdad de oportunidades. Es inaceptable que el acceso a la educación, las condiciones en las que un niño o niña aprenda, dependan de los recursos familiares, de si puede permitírselo o no.

Es fácil contrastar otros modelos que tenemos bien cerca, donde se hacen esfuerzos desde lo público para que cuando más se necesita la garantía de igualdad de oportunidades, ésta no se resienta. Bien lo saben en Goñar, pueblo compartido entre la Región de Murcia y Andalucía, donde se viven las diferencias de modelos, donde me cuentan que los murcianos prefieren empadronarse en el lado andaluz para garantizarse las políticas públicas de apoyo, entre otras para acceder a la educación, ya que por ejemplo los libros en los niveles de educación obligatoria no suponen un gasto para las familias.

Es irrisorio escuchar hablar de igualdad de oportunidades y de calidad en la educación al mismo gobierno regional que rechazó la financiación para dotar de ordenadores portátiles al alumnado con la excusa de que podían dañar la vista y que ahora, en cambio, promueve la educación con tablets, pero solo para aquellos cuyos padres pueden pagar. Otro ejemplo de cómo generar desigualdad, en este caso la brecha digital por razones económicas, todo lo contrario que perseguía el plan Escuela 2.0.

Y si en la educación obligatoria la situación empeora, en los niveles posteriores la degradación en el acceso es aún mayor. Cuando se tendría que estar garantizando el reciclaje de miles de jóvenes que salieron del sistema educativo durante la burbuja inmobiliaria, más aún cuando ellos están dispuestos, la realidad es que muchos no pueden hacerlo, pues se encuentran con listas de espera y falta de plazas en ciclos formativos de Formación Profesional desde hace varios años, este también.

En el ámbito universitario, si a la bajada radical de becas, vitales en este momento, le sumamos la subida de tasas, las dificultades para este curso son alarmantes. Hasta el punto de que la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas, que representa a todos los rectores del país, ha hecho un llamamiento para que donantes particulares “apadrinen a estudiantes” que no pueden hacer frente a los pagos de su matrícula y no pueden acceder a las becas por el decreto aprobado por el PP. Un modo de escenificar y denunciar la situación que vive la universidad, un grito desesperado de los rectores para poner de relieve que lo que era un derecho garantizado por el Estado, y tendría que seguir siéndolo, ahora depende de la beneficencia. Hay que evitar, a toda costa, que los 85.000 estudiantes que previsiblemente perderán su beca este curso por el decreto de Rajoy salgan de la educación superior.

La excelencia sin equidad no es excelencia ni calidad sino elitismo. Asistimos a un cambio de modelo educativo que está echando a miles de jóvenes del mismo, a los que menos tienen que cada vez son más. Un deterioro del sistema de educación público con la absoluta complicidad del gobierno regional del PP. Parece que aún no se han enterado de que recortar en conocimiento y despreciarlo es muchísimo más caro que invertir en el mismo.

Artículo publicado en La Verdad de Murcia el día 6 de septiembre de 2013.

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