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Violencia, nunca; democracia, siempre

Violencia, nunca; democracia, siempre

Os agradezco de corazón todas vuestras muestras de cariño y apoyo, que han sido muchas.

Os dejo el artículo quincenal que escribo en la verdad, en la sección «con los ojos abiertos»:

Violencia, nunca; democracia, siempre.

Las decenas de miles de personas que se manifestaron el martes por la Gran Vía, pacíficamente, contra los recortes del Gobierno regional mostraron lo que quiero expresar aquí: civismo, democracia y libertad. Una respuesta contundente a los últimos acontecimientos.

Hace poco más de un mes el Gobierno regional anunciaba su plan de ajuste. Quizás sea un buen momento para detenernos y reflexionar sobre algunas obviedades para cercionarnos de que lo siguen siendo. La primera es que la violencia es intolerable, condenable y condenada y nada tiene que ver con la libertad, ni con el uso de la palabra. Nunca. La segunda es que cada uno es responsable de sus palabras y de sus actos, no de los que otros interesadamente le quieran atribuir.

Sentí indignación ante la agresión al consejero, como todos hemos manifestado. Y siento indignación por todo lo que hemos tenido que escuchar. Debería ser innecesario, a estas alturas, tener que desgranar obviedades como que preservar los derechos democráticos es una labor de todos, por duras que sean las circunstancias.

El problema de fondo es que el poder autonómico, me refiero a éste que ejerce aquí el PP, hasta esta crisis se negaba a reconocer lo que significa gobernar. Desde hace 15 años Valcárcel se ha dedicado a regar voluntades, a recoger elogios, a adjudicarse méritos y a endosar a los demás cualquier dificultad y responsabilidad. Sobre todo, no ha asumido que gobernar es elegir, priorizar, y eso puede generar descontento. Miles de ciudadanos han asistido a varias manifestaciones y que el descontento se extienda por la sociedad parece ser algo incomprensible para el PP y el Gobierno regional; de ahí las formas en la presentación del plan, un 22 de diciembre (nefasta lotería) y al día siguiente en la Asamblea Regional y, de ahí, su necesidad de esconder el debate político tras otros debates desde el primer día. Esta vez, su estrategia les ha fallado, la gente ha sentido insultada su inteligencia y eso parece descolocarlos.

Escribí en estas páginas hace dos semanas, en esta sección quincenal, un artículo que se puede consultar en la Red («¿Dónde va nuestra Región?», 14 de enero) en el que reflexionaba sobre el fondo del intenso debate social que hay en la Región y que me parece positivo. Todo debate, toda respuesta ciudadana e incluso indignación contenida forman parte de la buena salud democrática.

La crítica a la acción del Gobierno es mi derecho como ciudadana y mi obligación como diputada en la Asamblea Regional; disentir, aportar y generar nuevas alternativas. Nunca he sido partidaria de excesos verbales, tampoco de los personalismos en política, un espacio donde sí se puede ser riguroso y no todo vale. En política también es importante saber asumir las críticas, no siempre son equivocadas, comprender que el ejercicio y el control de la oposición también aporta para mejorar la gestión aunque haya gobiernos no receptivos ni dispuestos a alcanzar acuerdos y pactos. Suelo reivindicar, y no me cansaré de hacerlo, el ejercicio crítico de la palabra y una mayor conciencia y participación ciudadana.

Como representante de miles y miles de ciudadanos creo que me corresponde analizar políticamente aquello que les preocupa a los murcianos, sobre lo que deberíamos estar hablando durante este mes, del fondo de la cuestión. La Región de Murcia necesitaba un ajuste duro y lo venimos diciendo desde hace años, pero no así. La reflexión de fondo es por qué el ajuste tiene que ser más duro en la Región de Murcia que en el resto de España y por qué aprueban este ajuste y no otros posibles como los planteados por los socialistas murcianos. En esto deberíamos centrar el debate, en lugar de enfrascarnos en una dialéctica sobre obviedades para intentar despistar a la ciudadanía de su descontento y de lo que está sucediendo en la Región de Murcia.

No vamos a dejar de cumplir con nuestra responsabilidad y nuestra obligación, la de usar la palabra y la crítica como herramienta de libertad y de democracia. La democracia no existiría sin alternativa, sin la posibilidad del ejercicio de la palabra. Ser leales a nuestra Región y a nuestros votantes consiste en no callar en aquellas cosas que creemos que no están bien o son mejorables.

Por más que lo deseen algunos nadie debe callar.

1 Comment
  • Victor
    Posted at 20:17h, 30 enero Responder

    Me ha gustado mucho el artículo, pero ya sabes el poder absoluto, los dictadores, los no demócratas le tienen miedo a la palabra, a la información, a la formación, a la transparencia y por eso intentan robarnos la palabra, el pensamiento y la libertad. Un abrazo.

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